Por Eduardo Javier Niella
El 24 de febrero los peronistas conmemoramos los 78 años del primer triunfo electoral del Gral. Perón, no para hacer una evocación nostálgica porque somos un movimiento nacional y no un monumento histórico.
Al recordar aquella gesta resaltamos lo que la misma nos ha legado: para cambiar la historia no hay que pedir permiso, para consolidar las conquistas y derechos del Pueblo es necesario contar con la representación popular en el gobierno.
De aquella experiencia histórica aprendimos tal como lo describió la compañera Cristina Fernández de Kirchner que: “Perón fue Perón, porque primero fue Perón para los argentinos y después fue Perón para los peronistas”. Es decir, primero logro las conquistas para los trabajadores, después les enseño que esas conquistas había que defenderlas con el voto y finalmente constituyó un movimiento para custodiarlas y profundizarlas a lo largo de los tiempos.
Aquel 24 de febrero de 1946 constituyó el primer triunfo popular con legitimidad del sufragio, sin proscripciones luego de la década infame que había querido restaurar el orden conservador que Yrigoyen había derrotado con el voto secreto, universal y obligatorio.
Hoy como ayer los argentinos estamos ante la disyuntiva que nos plantea el gobierno de retrotraernos al orden conservador oligárquico al querer conculcar los derechos conquistados, volviendo a un pasado de sometimiento de los trabajadores por el capital especulador financiero o luchar para defender esas conquistas, porque recogemos el magisterio de Juan Domingo Perón: “Arriar las banderas de Justicia Social, de Independencia Económica y de Soberanía Política es muy difícil, porque son cosas permanentes.”
Ahora cuando no estamos al frente del gobierno de la Patria, porque hemos perdido las últimas elecciones, al evocar el primer triunfo electoral del peronismo recordamos lo que nos enseñó Néstor Carlos Kirchner que: “Tenemos tantas victorias y tantas derrotas en nuestra lucha, pero nunca bajamos la bandera y siempre fuimos capaces de construir una nueva victoria”.
Es por eso por lo que también en esta ocasión tomamos del libro “Perón en campaña (35 meses para la toma del poder)” escrito por el compañero y amigo tandilense José Rubén Sentís, la cita que él hace de Nicolás Casullo: “El pasado necesita hablar, testimoniar, dar fe de que el presente no es solo bruma, llovizna cultural, festejo o nostalgia, sino algo poblado de un sentido abarcador comunitario. Reanudar el pasado de la historia es a veces el esfuerzo de preguntarse por la historia que viene, ¿Qué hay atrás que sigue latiendo?”
Constituimos como militantes que somos una propuesta colectiva el “Peronismo Marplatense” que anhela recuperar nuestra vocación movimientista, doctrinaria y de victoria.
Aspiramos desde el acompañamiento y representación de nuestro Pueblo en este difícil presente a tener un futuro mejor, queremos construir consensos porque no somos sectarios ni excluyentes, vamos a viabilizar políticas para hacer realidad la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Patria.
Para el logro de esos objetivos enunciados, creemos como lo postula Sentís en su obra antes citada, cuando refiere la campaña del ´46, que culminó en el triunfo del 24 de febrero señalando: “Con el peronismo sucede la comprensión de que hay etapas inconclusas en su proceso, derechos que conquistar, utopías que diseñar.”
A la luz de estas reflexiones sobre el pasado, nos permitimos proponer acciones que ayuden a reconstruirnos en nuestro presente, llevando a cabo acciones que nos permitan un futuro de victoria.
¿Cómo sería, o debería ser, un peronismo renovado en nuestros días? Por empezar debemos perder la renuencia a la autocrítica, no obstinarse en que la derrota electoral se debió a nuestras virtudes y no a nuestros pecados, tenemos que mantener las banderas fundamentales, la de ser el partido político argentino que más y mejor se ocupa de los intereses de trabajadores y marginados.
Necesitamos de la generosidad de muchos dirigentes, gastados ante la opinión pública, para dar paso a nuevas generaciones que reaviven la esperanza en la ciudadanía. Los procesos renovadores suelen darse por fuera de las estructuras institucionales pues, es inevitable, éstas están al servicio de aquello que debe ser sustituido.
La renovación peronista debe ser amplia, siempre propensa a los frentes multipartidarios y multisectoriales, integrando a todos los sectores del movimiento y también a fuerzas de otros partidos. De dicha tendencia no pueden ser ajenos los dirigentes gremiales, quienes deberían espejar también la pulsión por la renovación que reclama la sociedad.
Este lógico, natural y necesario proceso renovador de nuestros días deberá engendrar su líder natural. Sabido es que los procesos sociales definen a sus protagonistas, a quienes están en mejores condiciones de interpretarlos y guiarlos. Ya se van perfilando candidatos para ese rol fundamental, necesario para alcanzar el objetivo de cambio que el peronismo y la República merecen y esperan.
Como nuestro Conductor, en 1946, volvemos a proclamar: “Quienes quieran oír que oigan; quienes quieran seguir que sigan, nuestra empresa es alta y clara nuestra divisa, nuestra guía: la bandera de la Patria”.
Y al igual que Evita nos comprometemos a que “abrazados a la bandera de la Patria todo lo daremos porque hay en ella pobres todavía”.